El guayacán, conocido también como guayaco, palo sano, palo santo o madera de la vida “lignum vitae”, es originario de la América tropical, y posee una amplia distribución en las Islas del Caribe y norte de Suramérica. El guayacán es el árbol emblemático del estado Nueva Esparta, y pertenece a la familia botánica de las Zygophyllaceae (vera, abrojo, flor amarilla). Su nombre técnico es Guaiacum officinale. El epíteto genérico de Guaiacum deriva de la voz indígena tahina “waiacum”, con la cual designaban a este árbol. Y officinale procede del latín, y significa medicinal. Es el guayacán, un árbol hasta de 10 m. de altura, tronco corto, grisáceo, jaspeado castaño. Copa redondeada, frondosa. Hojas compuestas, formada por 4 a 8 hojuelas coriáceas (consistencia similar al cuero), verdes lustrosas. Sus flores, que suelen estar presentes durante todo el año, son moradas-azuladas. El fruto es una cápsula achatada de color amarillo con 1-2 semillas, rodeadas por una cubierta carnosa (arilo) de color rojo. La madera del guayacán es muy dura, y se emplea en tornería para hacer bolas criollas, masa de trapiches, ruedas de carretas, mangos de brochas, poleas y piezas para embarcaciones. En relación con la dureza de su madera, el botánico Adolfo Ernst, en un trabajo publicado en 1865, dice: “En Puerto Cabello obtuve un pedazo de madera que, tras un siglo bajo tierra, estaba tan duro como una piedra”. Durante la conquista de América, el guayacán se hizo muy popular en todo el Viejo Mundo por sus aplicaciones en la cura de la sífilis. De ahí que su madera fue introducida y muy codiciada en Europa, a partir de 1508. La decocción de la corteza, que es amarga, se emplea como depurativo sanguíneo y para la cura de enfermedades de contagio sexual. La resina o aceite que exuda su tronco, se usa localmente para combatir los dolores de muela y los hongos de la piel. Macerando en alcohol o caña blanca su madera, se obtiene una loción para friccionar el cuerpo en caso de los dolores reumáticos y musculares. La infusión de sus hojas o flores, sirven para combatir la tuberculosis, gripe y fiebre. En algunas poblaciones costeñas, sus habitantes dicen que el aceite de guayacán, untado en el cuerpo, sirve para alejar a los espíritus malignos y a las personas tóxicas.
Francisco Delascio Chitty.