La presión arterial normal es aquella que está por debajo de los 120 milímetros de mercurio (mmHG) cuando el corazón se contrae, reconocida como presión sistólica. Una persona es hipertensa hasta que alcanza los 140 mmHG, pero esto es algo que podría cambiar en muy poco tiempo.
En septiembre de 2015, el Lung and Blood Institute, un organismo dependiente del Gobierno de EEUU, anunció la interrupción prematura del ensayo ‘Sprint’, el mayor realizado hasta la fecha sobre la presión arterial, pues sus resultados eran lo suficientemente sólidos.
El Instituto consideró oportuno dar por acabado el estudio por cuestiones éticas, pues su continuación ponía en riesgo a la mitad de los participantes; pero, para sorpresa de la comunidad médica, no anunció sus conclusiones.
Un informe sobre una reunión mantenida por la American Heart Association en Orlando y un estudio simultáneo publicado en ‘The New England Journal of Medicine’ ponen fin a la incógnita. Los 9.361 pacientes participantes en el ensayo, que ha durado más de tres años, fueron divididos en dos grupos.
La mitad de los participantes mantuvo su presión sistólica por debajo de 120, y la otra mitad mantuvo la tensión al borde de lo considerado hasta ahora como saludable, por debajo de 140. Pues bien, entre los pacientes del primer grupo (el que respondía a unas hipotéticas nuevas recomendaciones) ha habido un 26% menos de muertes y un 38% menos casos de fallo cardíaco.
Para los miles de millones de personas que sufren hipertensión en el mundo, este anunció es decisivo. La doctora Miren Morillas, vocal de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología, asegura que cada médico es libre de revisar cómo está tratando a sus pacientes y, a buen seguro, los resultados de este estudio harán que algunos cambien su criterio, sobre todo para los pacientes mayores de 50 años.
Por otro lado, como explica el cardiólogo Marc Alan Pfeffer en ‘The New York Times’, hasta ahora, si un paciente de 50 años con colesterol u otro factor de riesgo cardiovascular iba a consulta con una presión sistólica de 136, tenía que decirle “bien hecho”.
Las conclusiones del ensayo han sorprendido a los cardiólogos, no sólo por los elevados porcentajes de reducción de riesgos, sino porque no ha habido diferencia entre los pacientes de mayor edad y los más jóvenes.
Por norma general la presión arterial aumenta con la edad. Hay quien piensa que esto no es malo, pues las personas mayores necesitan que les llegue más sangre al cerebro y con una tensión demasiado baja sufrirían mareos y desmayos.
Lo habitual en la actualidad es dejar que los ancianos tengan la tensión alta, aunque nunca por encima de 150, pero este estudio parece confirmar que también entre las personas mayores lo mejor es que esta no supere los 120.
Según las conclusiones del estudio, en torno al 5% de los pacientes (220 personas) en el grupo de la presión a 120 tuvieron serias complicaciones en el transcurso del ensayo: la presión arterial eran tan baja que sufrieron mareos, desmayos e, incluso, lesiones de riñón. Entre los pacientes del grupo de la presión a 140 también hubo complicaciones de este tipo, pero menos: las sufrieron 118 personas.
Los médicos también temían que entre los pacientes más mayores del grupo con la tensión más baja se diera una complicación habitual como son los conocidos bajones de tensión que se experimentan cuando nos levantamos después de estar un buen rato sentados. Pero estos descensos bruscos de la tensión ocurrieron con más frecuencia entre los pacientes del grupo con el umbral de tensión más alto.
Para lograr mantener la tensión por debajo de los 120, los pacientes que participaron en el ensayo tuvieron que tomar de media un medicamento más (2,8 pastillas frente a 1,8). Y esto es un claro ejemplo del impacto que un cambio en las recomendaciones tendría en las recetas de todas las personas hipertensas y, posiblemente, en las que no eran consideradas hasta ahora como tales. “Esto va a obligar a que mucha gente tenga que tomar tres fármacos”, confirma la doctora Morillas.
Aunque un paciente tome tres o cuatro fármacos, si no baja su peso, reduce el consumo de sal y hace ejercicio, el tratamiento queda muy mermado
Los resultados del ensayo también siembran dudas en torno a las personas hipertensas que sufren diabetes, que no fueron incluidas en la investigación. Un estudio anterior (el ensayo Accord), con una muestra mucho más pequeña, concluyó que la reducción de la presión arterial entre estos pacientes, que además deben controlar la glucosa, no redujo el número de problemas cardiovasculares y muertes. Muchos investigadores creen, no obstante, que habría que realizar nuevos ensayos.
Lo que hay que tener claro, según Morillas, es que quedan muchos matices por valorar: “Los resultados son fantásticos, pero son datos preliminares y habría que analizar para qué subtipos de pacientes hay que cambiar las recomendaciones”.
Información en contraste
A partir de ahora, tras conocer los resultados del estudio SPRINT, se puede visualizar un cambio notable, pues en este ensayo clínico se han abordado aspectos no resueltos hasta la fecha, y es importante que la información obtenida sea trasladada a la práctica clínica.
Los resultados, ampliamente divulgados, confirman que en una población de alto riesgo cardiovascular, tratar la HTA con un objetivo de presión arterial sistólica <120 mmHg (grupo intensivo) comparado con <140 mmHg (grupo estándar), tuvo como resultado menos tasas de eventos cardiovasculares mayores fatales y no fatales y muertes por cualquier causa.
Hubo una reducción estadísticamente significativa de un 25% de un combinado de eventos y muerte cardiovascular y una reducción del 27% de la mortalidad total; la presión arterial al año fue 121,4/68,7 mmHg y 136,2/76,3 mmHg en los grupos respectivos, mientras que el número medio de antihipertensivos fue de 2,8 en el grupo intensivo frente a 1,8 en el estándar.
Es interesante resaltar que este estudio, realizado en Estados Unidos (incluido Puerto Rico) fue patrocinado por el National Heart, Lung, and Blood Institute (NHLBI) y que el comité de seguridad aconsejó suspenderlo prematuramente por la diferencia de eventos entre los grupos; así, la mediana de seguimiento fue 3,2 años de los 5 previstos.
Es cierto que no se incluyeron pacientes diabéticos ni que hubieran tenido un ictus, pero el perfil de los estudiados abarca una amplia población de los hipertensos atendidos a diario en consulta: mayores de 50 años, con presión arterial sistólica entre 130 y 180 mmHg y alto riesgo cardiovascular, entendido como enfermedad cardiovascular (clínica o subclínica), insuficiencia renal crónica con FGE 20-60 ml/min/1,73m2, riesgo cardiovascular según escala de Framingham >15% o edad ≥75 años. Así, los resultados son aplicables a la mayoría los pacientes.
Contenido seleccionado por: Julio C. Alcubilla B./ Fuente: el confidencial y secardiologia /Noticias24.com