El presidente ruso, Vladímir Putin, ordenó hoy al Ayuntamiento de Moscú que derribe todos los edificios prefabricados erigidos en tiempos del líder soviético, Nikita Jruschov (1953-1964), debido a su mal estado.
“Conozco el estado de ánimo y las expectativas de los moscovitas. Sus esperanzas radican en que esas casas sean demolidas y en su lugar construir nuevas viviendas”, dijo Putin en una reunión con el alcalde de Moscú, Serguéi Sobiánin.
Putin, que nació en 1952, justo antes de que Jruschov llegara al poder tras la muerte de Stalin al año siguiente, subrayó que “esa sería la decisión más correcta”.
El alcalde respondió que durante estos años las autoridades han trasladado a nuevas viviendas a 160.000 familias y manifestó su confianza en que en los próximos dos años se complete la demolición de todas las “jruschovkas”.
La Cámara Pública ya se había dirigido la pasada semana a las autoridades de la capital para que demolen “todas esas viviendas de cinco plantas”, que dominan el paisaje urbano en casi todas las ciudades de este país, desde San Petersburgo hasta Vladivostok.
“A finales de los años cincuenta se adoptó un programa revolucionario de construcción de las llamadas ‘jruschovkas’. Ahora, hemos tomado una decisión igual de revolucionaria”, explicó su presidente, Konstantín Remchukov.
Recordó que esas viviendas ya no son aptas para residir en ellas, por lo que llamó a archivar los planes de remozar dichos edificios, ya que las reformas únicamente recortan el ya limitado espacio habitable, según sus residentes.
Las autoridades moscovitas consideran que el fin de ese tipo de viviendas no sólo mejorará la calidad de vida de los habitantes de la capital, sino que aliviará el tráfico.
Ante la dramática escasez de vivienda tras la Segunda Guerra Mundial, Jruschov lanzó un programa de vivienda social y gratuita, que permitió sacar a cientos de miles de personas de pisos compartidos, barracones de madera y sótanos húmedos.
Esas viviendas, que siguieron construyéndose después de que Jruschov dejara el poder, son en realidad casas prefabricadas de hormigón y su propio nombre es sinónimo de baja calidad, apartamentos pequeños, rellanos húmedos e infraestructura obsoleta.
Las “jruschovkas”, conocidas también como “neveras” debido al frío que hace en su interior durante el invierno, son las víctimas preferidas de las bromas de los rusos, muchos de los cuales viven aún en ese tipo de viviendas.
El difícil acceso a la vivienda, debido a su carestía, que en Moscú alcanza niveles desorbitados, es el mayor problema que afrontan los rusos, muchos de los cuales viven en apartamentos de una sola habitación.
Con información de EFE.
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