–¡Quiero saber dónde está mi papá! Él debe estar allí. ¡Quiero saberlo!– gritaba entre lágrimas una joven a las afueras del Club Internacional Revólver. Ahí estaba angustiada, temerosa, corriendo de un lado a otro en busca de alguien que le confirme una noticia que dentro de sí sabía, pero no quería admitir.
Solo unas horas antes, un bus descapotable de la empresa Green Bus, que hace el servicio de turismo en el Centro de Lima, se había despistado cuando retornaba de un paseo en el cerro San Cristóbal, en el Rímac. El resultado: 9 personas muertas, 36 heridas, llanto y mucho dolor.
Alrededor de las 3 de la tarde, entre risas y buenos ánimos, familias enteras, con niños, niñas, jóvenes, adultos, nacionales y extranjeros, salían de la Plaza Mayor de Lima en un breve paseo por las zonas históricas de la capital.
La tragedia, sin embargo, no estaba consumada. Llamados por los gritos de dolor, la desesperación y el llanto de aquellos que aún después del terrible golpe se mantenían conscientes, los vecinos de la zona acudieron en ayuda.
El polvo que levantó la caída del bus no dejaba observar la magnitud de la tragedia. Cuando por fin se disipó, solo unos minutos más tarde, el terror llegó a los ojos de las personas. Por un lado había coches, mochilas, sombrillas, juguetes y hasta el babero de un bebé de 10 meses. Por el otro, cuerpos tendidos, personas heridas y mucho llanto.
El dolor que más se podía escuchar era el de un pequeño, de apenas 4 años. «Lo pude escuchar entre la gente y fui a ayudarlo. El niño tenía una fractura expuesta en el brazo. No podía creer lo que veía», narró uno de los serenos del Rímac que acudieron al auxilio de las personas.
Como él, más de 50 bomberos llegaron a la zona del accidente. Un total de 11 unidades de emergencia y también del SAMU iban y venían de los nosocomios más cercanos dejando pacientes. Ocho llegaron en estado crítico al hospital Arzobispo Loayza, dos de ellos entre la vida y la muerte.
Otros 14 más a la clínica Internacional, entre ellos la ciudadana canadiense Debra Jean Keays White, de 60 años, y un bebé de solo 10 meses cuyos padres, según información de la policía, murieron en el accidente.
Allí también llegó un niño chileno identificado comoJeremías Reyes Encinas. Dos de sus compatriotas, lamentablemente, perecieron al instante: Johana del Piral Soto Cáceres y Oswaldo Encinas Fernández no soportaron los fuertes golpes que sufrieron. Ella murió en el acto; él, camino al hospital Loayza.
Cuando parecía confirmarse la noticia de los primeros 8 fallecidos, uno de los bomberos, en medio de las operaciones de rescate, pudo ver otro cuerpo bajo el bus. Se trataba de una mujer cuya identidad, hasta el cierre de este edición, aún no ha sido corroborada por los agentes policiales, junto a otras dos personas: una mujer y un varón.
Con ellos, sumados a los ciudadanos chilenos antes mencionados, murieron Herver Apagueño Simarra,Alezander Lizandro Condori Ambrosio, Justina Oviedo Taracaya y Eladia Rosa de Malásquez.
Mientras la lista era pasada de persona en persona para buscar a los familiares de las víctimas, la joven que estaba en las afueras del Club Internacional Revólver continuaba buscando información sobre su padre, hasta que un hombre llegó mostrándole un video en el que se veía a un señor con las mismas características que mencionaba ella.
–¿Él es tu padre?– le dijo el joven mostrándole el video.
–Tenía un pantalón de vestir color plomo y unos zapatos negros– dijo ella mientras veía todo–. Sí, sí es, ¡mi papá! –gritó.
Servicio informal
El terrible accidente mostró una realidad latente: la informalidad en el servicio de transporte turístico. La empresa Green Bus contaba con una autorización vigente hasta enero del 2018, otorgada por la Gerencia de Transporte Urbano (GTU) de la Municipalidad de Lima.
Además, el bus descapotable contaba con 5 papeletas con un monto pendiente a cancelar de 718 soles. Lo controversial es que tenía autorización para transportar a 35 pasajeros, pero este servicio llevaba más usuarios Lo cierto es que los pasajeros son captados para tomar el bus a una cuadra de la Municipalidad de Lima, pero la comuna no fija un reglamento para brindar mayor seguridad a este tipo de servicio.
Álvaro Castro, gerente de esta entidad, intentó deslindar responsabilidades argumentando que el municipio solo otorga la autorización a los buses de las empresas de transporte turístico y que estos no tienen una ruta establecida, por lo que puedan movilizarse a cualquier sitio turístico porque las normas lo permiten.
«Nosotros autorizamos el vehículo, pero debería de haber una disposición para que contemplen condiciones de mayor seguridad en las partes superior de estos vehículos de dos pisos. La vía del cerro San Cristóbal no es competencia de la Municipalidad de Lima, le pertenece a la comuna del Rímac. Habrá que ver que se encuentre con la correcta señalización», comentó Castro.
Pero Shirley Mozo, de la comuna rimense, fue más clara, indicando que la Municipalidad del Rímac no administra el cerro San Cristóbal. Lo hacía la comuna capitalina hasta el 25 de mayo, durante 7 años para el proyecto del Teleférico, que iba desde la cima hasta el Parque de la Muralla, hace unos días la cima ha sido retornada a la Superintendencia de Bienes Nacionales.
«Estas empresas son informales, no tienen un paradero de salida ni de retorno, tienen el permiso de la Municipalidad de Lima, pero nadie los controla, nosotros en reiteradas veces hemos pedido formalizar pero no tenemos resultados. En el año 2011 hemos recuperado la vía San Cristóbal, hemos puesto barandas y muros de contención que no existían, hemos ampliado la pista metro y medio, una vereda», informó Shirley Mozo, directora del programa del centro Histórico del Rímac.
Este servicio no tiene regulación
El experto en transporte Luis Quispe Candia explicó que el Reglamento Nacional de Vehículos en el 2008 sufrió una variación, donde se incorporó el ‘bus panorámico’, cuya modificación se hace en la carrocería.
«El reglamento tiene que ser de fabricación original, me da la impresión de que el bus del accidente es modificado. No sabemos qué centro ha certificado la modificación de este vehículo», comentó Quispe Candia.
Además, el especialista indicó que la Municipalidad de Lima es la autoridad competente para gestionar y fiscalizar el transporte turístico, hasta ahora no hay un reglamento que regule este servicio.
Teleférico
La gestión del alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, resolvió de manera definitiva el contrato con la empresa Operadora de Teleféricos SAC, encargada de construir un teleférico entre el Parque la Muralla y el cerro San Cristóbal. En enero del 2015, el municipio rompió el vínculo contractual con la empresa, a la que acusó de no cumplir con sus obligaciones.
Vía: La República