El sumo es una de las tradiciones milenarias del Japón más sacrificadas. Los luchadores llevan una dieta estricta de 8.000 calorías, dos sesiones de entrenamiento diario y duermen con máscara de oxígeno.
Un fotógrafo de Reuters tuvo acceso a uno de los centros de entrenamiento en Tomozuna. Allí, los luchadores pasan tres horas de entrenamiento matinal practicando las tomas reglamentarias de este deporte de 15 siglos de historia, en el que el primero que cae o sale de la lona pierde.
Cuando concluye la primera sesión de entrenamiento, a las 10:30 de la mañana, los 11 luchadores que residen en Tomozuna reciben su primera comida que incluye pie de cerdo, sardinas fritas, arroz y un potaje especial ultracalórico llamado chanko nabe.
Después, duermen un siesta de algunas horas con máscara de oxígeno para ayudar a la respiración.