El nuevo presidente de Zimbabue, Emmerson Mnangagwa, puso este viernes punto final a 37 años de reino autoritario de Robert Mugabe, al prestar juramento ante decenas de miles de esperanzados zimbabuenses.
“Yo, Emmerson Dambudzo Mnangagwa, juro que como presidente de la República de Zimbabue seré leal a Zimbabue y obedeceré, respaldaré y defenderé la Constitución y todas las otras leyes de Zimbabue”, dijo, en ceremonia multitudinaria celebrada en la capital, Harare.
A los 75 años, Mnangagwa se apresta a tomar las riendas de un país arruinado, tres días después de la histórica dimisión de Mugabe, de 93 años, hasta entonces el jefe de Estado en ejercicio más anciano del planeta, que fue obligado a dejar el cargo por el ejército, la calle y su propio partido.
Desde el alba, los habitantes de la capital acudieron a las puertas del National Sports Stadium para aclamar al nuevo jefe de Estado.
“Gracias a nuestros soldados”, “El pueblo ha hablado”, se podía leer en las pancartas desplegadas en el estadio.
Mugabe fue desbancado del poder tras una intervención del ejército, que se hizo con el control del país en la noche del 14 de noviembre, después de que Mugabe destituyera a Mnangagwa de su cargo de vicepresidente.
Mnangagwa, cacique del régimen desde la independencia de Zimbabue en 1980, conocido como el “cocodrilo”, había sido destituido por orden de la primera dama Grace Mugabe, que disputaba al vicepresidente la sucesión de su marido, con una salud cada vez más frágil.
Pilar del aparato de seguridad zimbabuense desde hace cuatro décadas, Mnangagwa, varias veces ministro, se destacó como fiel ejecutante de las tareas sucias de Robert Mugabe.
Su destitución provocó la noche del 14 de noviembre un golpe del ejército, categóricamente opuesto a la llegada al poder de la incontrolable Grace Mugabe.
Tras resistir varios días, Mugabe renunció el martes, cuando se encontraba bajo la amenaza de un procedimiento de destitución lanzado por su propio partido.
‘Seguridad y bienestar’
Mnangagwa habló el jueves con Mugabe y le garantizó a él y a su familia “máxima seguridad y bienestar”, afirmó el diario gubernamental The Herald.
La prensa no dio más precisiones sobre el futuro de Mugabe.
“Ningún zimbabuense quiere que Mugabe sea encarcelado o ahorcado o linchado”, dijo a la AFP uno de los ministros, Supa Mandiwanzira. “La gente quiere pasar página”.
Según Amnistía Internacional, “decenas de miles de personas fueron torturadas, desaparecieron o murieron” durante la era de Mugabe.
El portavoz del expresidente, George Charamba, desmintió por su lado de forma categórica que se le hubiera concedido la inmunidad, tal como indicaron algunos medios.
Mugabe había informado a su sucesor que “podría no asistir a la ceremonia” de investidura porque necesitaba “tiempo para descansar”, según el Herald.
Al retornar el miércoles de un breve exilio sudafricano tras su destitución, Emmerson Mnangagwa ha hecho de la recuperación económica su prioridad absoluta. “Queremos empleos”, dijo.
Con una tasa de desempleo calculada en 90%, los zimbabuenses se resignan a tener pequeños trabajos en la economía informal. Otros emigraron, con frecuencia hacia el gigante vecino sudafricano.
De manera más amplia, Robert Mugabe deja una economía destruida por sus devastadoras reformas. La actividad es lenta, falta dinero y el espectro de la hiperinflación amenaza.
En fin, el principal partido de oposición, el Movimiento para el Cambio Democrático (MDC), aboga por un gobierno de unión nacional hasta las próximas elecciones presidenciales previstas en 2018.
“Espero que el presidente Mnangagwa vaya a demostrar que el país ha cambiado de dirección”, declaró el jueves a la AFP el jefe del MDC Morgan Tsvangirai. “Espero que evitará caer en la te
Vía: Noticias24