Hace una semana Emmerson Mnangagwa se convertía en presidente de Zimbabue después de que un levantamiento militar, al que la justicia zimbabuense no ha considerado golpe de Estado, forzada la dimisión de Robert Mugabe, poniendo punto y final a 37 años de gobierno. El nuevo presidente, conocido como «el cocodrilo», ha dado a conocer la nueva formación del gobierno, donde ha habido pocas sorpresas y mucha decepción. Las alianzas se pagan con creces, y especialmente cuando se ha conquistado el poder gracias al apoyo del Ejército.
Si bien los afines al matrimonio Mugabe han sido eliminados del gobierno (el ex ministro de Finanzas, Ignatius Chombo fue arrestado acusado de corrupción), continúan gran parte de los miembros de partido. En lugar de haber optado por la renovación, Mnangagwa ha colocado a varios miembros de las fuerzas armadas. Un paso atrás después de los pasos adelante que se habían dado las últimas dos semanas, y una bofetada de realidad que muchos advirtieron durante la euforia por la caída del dictador: «Mientras el ZANU-PF siga en el poder, nada cambiará».
Por ejemplo, Sibusiso Moyo, el general que apareció en la televisión estatal comunicando que los militares habían tomado el control del país y mantenía retenido y a salvo en su domicilio al nonagenario presidente, se convertirá en el nuevo ministro de Asuntos Exteriores. Mientras que el jefe de la fuerza aérea, Perence Shiri, será el nuevo ministro de Agricultura y Asuntos Agrarios. También el líder de la Asociación de Veteranos de Guerra ha encontrado un puesto en el nuevo gobierno: Chris Mutsvangwa, que llamó al pueblo a salir a las calles y presionó a Mugabe para que dimitiera, será ahora el ministro de Información.
Amnistía para recuperar los fondos
La oposición no ha tardado en criticar esta medida, acusándole de traicionar las esperanzas de los ciudadanos, además de resaltar que los militares son quienes realmente controlan el destino del país, sea Mugabe o Mnangagwa quién ocupe la presidencia. Durante décadas, la cúpula dirigente se ha estado aprovechando de los recursos naturales del país y del reparto de tierras, llevando a Zimbabue a la bancarrota mientras se llenaban los bolsillos.
A sabiendas de que la fuga de capital está repartida fuera de Zimbabue, a principios de esta semana Mnangagwa ofrecía una amnistía de tres meses para que todos aquellos particulares y empresas que tengan sus fondos en cuentas ilegales en el extranjero, los trajeran de vuelta al país. «Tales malas prácticas constituyen un delito económico muy grave contra el pueblo de Zimbabue», aseguró el nuevo presidente, quien se ha comprometido a atajar la corrupción.
Con esta medida espera paliar la escasez de efectivo que llevó al país a abandonar su moneda en 2009, adoptando desde entonces los dólares americanos. El año pasado el banco nacional volvió a imprimir moneda local de curso legal únicamente en el país para solventar la crisis de efectivo. Se calcula que unos 2.000 millones de dólares se encuentran en cuentas bancarias extranjeras. Según el comunicado oficial, el gobierno procesará a aquellos que no hayan cumplido con la solicitud cuando la amnistía finalice en febrero de 2018.
Por otro lado, el célebre pastor y activista Evan Mawarire, al frente de las protestas de 2016 bajo el lema #ThisFlag, fue absuelto el miércoles de los cargos que se le imputaban de intentar derrocar el gobierno de Robert Mugabe a través de la violencia. De haber sido condenado, se habría enfrentado a una pena de hasta 20 años de cárcel. Esta medida es muy positiva en cuestión de derechos humanos y libertad de expresión, además de que muestra independencia judicial. Sin embargo, se espera que no sea una mera anécdota en el contexto de la transición política.
Tanto al ex presidente Robert Mugabe como a su familia, incluida su polémica esposa Grace Mugabe, les ha sido garantizada la inmunidad política y el mantenimiento de sus negocios (desde granjas, la principal empresa de lácteos del país y minas de diamantes). Además, el país ha declarado el día de nacimiento del ex líder, el 21 de febrero como Día Nacional de la Juventud, y será festivo nacional.