Este jueves 24 de octubre es el Día Mundial contra la Poliomielitis, una jornada avalada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que integra la Organización Mundial de la Salud (OMS). ¿El objetivo? Según detallan desde la entidad sanitaria, “renovar el compromiso de la erradicación mundial y asegurarse que este virus no vuelva a las Américas”, entre otros puntos.
La poliomielitis es una enfermedad contagiosa causada por el poliovirus. De acuerdo a la OPS, la mayoría de las infecciones no producen signos, pero “entre 5 y 10 de cada 100 pueden presentar algunos síntomas similares a los de la gripe. En 1 de cada 200 casos, el virus lesiona el sistema nervioso y ocasiona la parálisis permanente en piernas o brazos. Además, puede atacar áreas del cerebro que ayudan a respirar y causar la muerte”.
En relación a la presencia de esta enfermedad en las Américas, el año 1994 marcó un hito con la eliminación de la transmisión del poliovirus salvaje, según precisaron desde la OPS en un comunicado. No obstante, en lugares como Afganistán y Pakistán, el virus salvaje tipo 1 aún es una amenaza endémica. Aunque los virus salvajes tipo 2 y 3 han sido erradicados, el tipo 1 persiste, recordando que la lucha contra esta patología aún continúa.
Por lo general, el virus se propaga de un individuo a otro, ya sea por contacto con heces infectadas o por medio de secreciones del sistema respiratorio. En tanto, la principal protección contra la enfermedad es la vacunación.
De acuerdo a datos de la OPS, “los casos de poliomielitis han disminuido en más de un 99%, de los 350 000 estimados en 1988 a los 37 notificados en 2016. Se han evitado más de 16 millones de casos de parálisis como resultado de los esfuerzos mundiales por erradicar la enfermedad”. En ese sentido, señalaron que “mientras haya un solo niño infectado, los niños de todos los países corren el riesgo de contraer la poliomielitis”. “Si no se erradica la poliomielitis en estos últimos reductos restantes, se podrían producir hasta 200.000 nuevos casos anuales en diez años en todo el mundo”, advirtieron desde el ente sanitario americano.
Por su parte, la consultora nacional en Inmunizaciones de la OPS, Florencia Nolte, aportó: “La cobertura de vacunación se ha visto gravemente afectada por la pandemia de COVID-19 en la mayoría de los países, y el riesgo de circulación de la poliomielitis nunca ha sido tan elevado desde 1994″.
La polio y sus secuelas en primera persona
Desde el organismo sanitario regional reflexionaron sobre el caso del pediatra e infectólogo Alejandro Ellis, quien narró en primera persona lo que significó tener poliomielitis. “Contraje la enfermedad cuando tenía un año, durante la epidemia de los años 1956 y 1957, y quedé con secuelas desde esa época. Desde ese momento y hasta los ocho años usé un arnés, una especie de tutor de cuero y metal que permitía que pudiera sostener la pierna para poder caminar”, recordó.
Y sumó: “Después caminé sin arnés, sin nada, casi toda la vida. En los últimos años tuve dos fracturas de rodilla en la pierna de la polio y en este momento estoy usando bastón. A mí me gusta el fútbol, y cuando tenía siete años hacíamos el famoso pan y queso para dividirnos en equipos. Por supuesto, yo siempre quedaba último y me decían ‘bueno, vos venís con nosotros’. Un día me eligieron anteúltimo, fue emocionante, todavía me emociona”.
“Esto puede resultar una pavada desde el punto de vista de lo que son las secuelas de polio -siguió Ellis-, pero hay que tener en cuenta las consecuencias psicológicas para un chico que se ve diferente por haber padecido una enfermedad”.
Según el médico argentino, “la polio es una enfermedad infecciosa que deja secuelas, principalmente a las neuronas motoras que son las que mueven los músculos. De manera más frecuente afecta a los miembros inferiores y causa una parálisis asimétrica, es decir, puede afectar una pierna y a la otra no. Si esto no se revierte en las primeras semanas post enfermedad queda una secuela de por vida”.
Ellis también recordó a aquellos pacientes que dependían de un pulmotor para respirar. “Son aparatos con una presión negativa que ayuda a que el pulmón pueda inflarse y desinflarse más fácilmente”, precisó.
Ellis relató que quería conocer “una historia de vida similar” a la suya, “pero en otro contexto, porque las enfermedades impactan diferente.
Con información de Infobae.