En el contexto actual, la juventud enfrenta complejidades que requieren una comprensión profunda de su realidad. El filósofo Paulo Freire sostiene que el mundo debe ser un «siendo» en lugar de un «es», lo que implica que la realidad se construye a través de las acciones de los individuos.
Con todo, no fue sino hasta 1833 cuando el maestro escolar de origen alemán Alexander Kapp acuñó el término andragogía como el arte y la ciencia que facilita el proceso de aprendizaje de las personas adultas, vocablo opuesto al término pedagogía que restringe el proceso educativo a la niñez.
Un discurso inclusivo es esencial en este proceso educativo, este tipo de lenguaje promueve la igualdad y el respeto, independientemente de características personales como género, raza u orientación sexual, en un mundo donde la diversidad debe ser visibilizada, el lenguaje inclusivo se convierte en una herramienta para combatir la discriminación y fomentar relaciones equitativas.
La Andragogía, como un enfoque inclusivo, busca no solo defender, sino también reconocer la diversidad. Este reconocimiento debe fundamentarse en principios de comunicación horizontal, participativa y flexible, de esta manera, se puede gestar una nueva ontología del sujeto universitario que le permita afrontar los desafíos del futuro.
Sin embargo, la educación universitaria enfrenta retos significativos, un enfoque educativo rígido y determinista limita la capacidad de los jóvenes para desarrollar proyectos de vida, la falta de orientación adecuada puede complicar su trayectoria académica y laboral, por ello, es imperativo adoptar prácticas educativas que fomenten un discurso más inclusivo, crítico y transformador.
La tarea de promover un lenguaje inclusivo y un enfoque andragógico no puede esperar, Como bien dijo José Martí, «La mejor manera de decir es hacer».
La transformación del discurso en la educación universitaria es un paso crucial hacia la construcción de una sociedad más justa y equitativa, donde todos los individuos tengan la oportunidad de contribuir y prosperar.
Karina Cermeño