Hoy, a más de un siglo de su nacimiento, recordamos la trascendencia de Jesús Soto, el escultor y pintor venezolano que revolucionó el arte con sus propuestas cinéticas. Nacido en Ciudad Bolívar el 5 de junio de 1923, Soto se erigió como una figura fundamental y pionera en el desarrollo del arte cinético a finales de los años 50, dejando un legado artístico inseparable de la interacción con el espectador.
Soto fue un artista que dedicó su obra a la exploración de la percepción visual, el movimiento y la dinámica entre la pieza, el espacio y quien la observa. Su magia cinética lo catapultó como un ícono del arte nacional con una difusión e importancia a nivel mundial.
Particularmente célebre por sus «penetrables», Soto concibió esculturas que invitaban a las personas a caminar a través de ellas, sumergiéndose en una experiencia sensorial única. Se ha afirmado que el arte de Soto solo se completa con la ilusión que la mente del observador percibe, haciendo de la interacción un componente esencial de su obra.
A lo largo de su trayectoria, Jesús Soto recibió importantes reconocimientos, como la creación del Museo de Arte Moderno Jesús Soto en su natal Ciudad Bolívar en 1973, y el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1984.
Su trabajo ha sido exhibido en prestigiosas exposiciones individuales y colectivas alrededor del mundo, incluyendo la Bienal de Venecia, la Bienal de Sao Paulo, el Centro Georges Pompidou de París, el Museo de Arte Moderno y el Museo Guggenheim de Nueva York.
Desde sus inicios en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas hasta sus vibrantes instalaciones y penetrables, el maestro del cinetismo continúa sumergiendo al espectador en un universo de movimiento y percepción.
Aunque sus restos descansen en Francia, su espíritu vive en las obras que legó en las calles y museos de Venezuela, así como en destacadas galerías y museos de arte a nivel global, manteniendo su arte en constante diálogo con el público.
Con información de agencias.-
