Otro personaje destacado del ayer, fue una anciana delgada, de marcados surcos en su rostro. Usaba criznejas a ambos lados de su cabeza, su vestimenta aunque humilde era aseada, calzaba cholas de goma y siempre terciada a sus espaldas, llevaba una vara para defenderse de los perros o de cualquier impertinente.El común de la población bolivarense, en privado la mencionaba como a todos los que sufren de problemas mentales, pero frente a frente, era simplemente Leticia.

Todas las mañanas, salía desde su residencia, un inmueble en ruinas situado casi a orillas del río Orinoco al final de la calle Amazonas, y se dirigía a su destino final, la Plaza Bolívar. El trayecto lo hacía inmersa en un soliloquio o canturreando una vieja melodía hasta llegar a la mata de guayacán frente al Palacio Arzobispal, donde intercambiaba saludos con sus conocidos y recibía dádivas espontáneas. A menudo recordamos el momento en que pese a su condición mental, Leticia se sumó al orgullo que sentimos todos los bolivarenses, cuando en los años cincuenta nos visitó el Orfeón de la Universidad Central de Venezuela, contando entre sus integrantes a una hermosa trigueña, hija del doctor Columbo Silva Bolívar cuyo nombre lleva la Escuela Normal de esta ciudad.

En presencia de varias personas, Leticia extrajo de uno de sus bolsillos una sortija de Oro puro con una piedra engastada y se la colocó en uno de sus dedos a la coterránea, para asombro de todos.Por cierto, que el alojamiento del personal femenino del conjunto coral, fue motivo de protesta por parte del futuro y afamado escritor guayanés, Manuel Alfredo Rodríguez y del abogado Antonio Puppio, pues para tal fin se escogió el Salón donde se celebró el Congreso de Angostura, pero el asunto no pasó de allí, el acto se realizó y el día siguiente regresaron a Caracas.

El grupo de muchachos que conformamos la pandilla del Cuadrilátero Histórico, llenos de nostalgia por la partida de las damas, bien temprano visitamos el histórico salón y frente a la cama donde durmió la trigueña mencionada, levantamos la almohada y ¡sorpresa! Allí estaba el anillo que por olvido o por desdén dejó la bella bolivarense.

De inmediato lo tomamos y en carrera nos dirigimos a una casa ubicada detrás de la Gobernación del Estado donde vivían unas tías de la joven y devolvimos la prenda.Como Leticia siempre estaba presente en la mayoría de los actos oficiales, no podía faltar a la inauguración del servicio de ferry boat inaugurado en 1953 con la presencia del ciudadano presidente de la República, general Marcos Pérez Jiménez. No sabemos si azuzada por algún político o por cuenta propia, hicieron que ella gritara a su paso:” Abajo Pérez Jiménez”. Ipso facto, los esbirros de la Seguridad Nacional, introdujeron a la pobre mujer en una patrulla y la condujeron hasta el manicomio aunque allí no permaneció por mucho tiempo pues, el tirano fue derrocado y ella recobró su libertad para regocijo de todos los vecinos, reintegrándose de inmediato a sus quehaceres habituales.

José Ismael Morales Pérez

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